Este sábado 21 de septiembre se celebró en todo el país el Día del Estudiante. Aunque pocos lo conozcan, uno de los motivos por los cuales se estableció esta fecha para la conmemoración es porque el 21 de septiembre de 1888 arribaron a Buenos Aires los restos repatriados de Domingo Faustino Sarmiento, quien había muerto en Asunción del Paraguay.

La propuesta original de fijar al 21 de septiembre como Día del Estudiante fue presentada por el entonces estudiante y luego destacado arqueólogo y antropólogo Salvador Debenedetti (ver su biografía en Wikipedia), cuando era presidente del centro de estudiantes de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

Debenedetti propuso que se homenajeara a Sarmiento con una celebración del «Día de los Estudiantes» en su casa de estudios.

Aquella iniciativa recibió el visto bueno de las autoridades y, en un principio, se festejó tan solo en la Facultad de Filosofía y Letras. Esos primeros festejos consistían en meros actos estudiantiles en el que sus oradores remarcaban el legado de Sarmiento y el esfuerzo del alumnado.

Al poco tiempo, la celebración se extendió al resto de las facultades y, con el paso de los años, trascendió el ámbito académico.

 

EL LEGADO DE SARMIENTO

En su larga y multifacética carrera como político, escritor y docente fue una pieza fundamental en la educación pública argentina y su progreso tanto científico como cultural. En su presidencia, que se extendió desde 1868 hasta 1874, construyó 800 escuelas de primeras letras. Bajo su mandato, la población escolar escaló de 30 mil a 110 mil alumnos y buscó garantizar el acceso a la educación primaria con la creación de las primeras escuelas normales.