Poema emblemático de la literatura gauchesca, «El gaucho Martín Fierro», publicado en 1872, cumple 150 años en 2022. Junto con «La vuelta de Martín Fierro», de 1879, constituyen la obra cumbre de José Hernández, a quien homenajea, con su nombre, nuestra institución educativa.

El 28 de noviembre de 1872, el diario «La República» anunció la salida de «El Gaucho Martín Fierro», que fue editado por la imprenta «La Pampa» y se publicó en diciembre de aquel año.

La obra, icónica y fundacional dentro de la literatura argentina, inmortalizó a Hernández, poeta, periodista, orador, comerciante, contador, taquígrafo, estanciero, soldado y político. Más allá de sus múltiples facetas, su inmenso aporte fue el magnífico libro que lo convirtió, según diversos especialistas, en el «Homero criollo».

En un interesante texto publicado titulado «El Martín Fierro como Biblia Gaucha» y publicado en El Diario de Río Negro, el periodista cultural Daniel Molina señaló: «La Ida es un texto anarquista: el gaucho es víctima de una sociedad injusta que termina convirtiéndolo en un hombre fuera de la ley, y por eso mismo, en un perseguido. También es el poema de la amistad: Fierro se encuentra una noche, en medio de un pajonal, con una patrulla policial y decide luchar hasta morir. Lucha con tal coraje que el sargento Cruz, que dirige a los hombres que lo persiguen, dice que no consentirá “el delito de matar ansí a un valiente” y cambia de bando: se pone al lado de Fierro y lucha contra los hombres que había comandado. Para Borges esa escena es la noche esencial de la literatura argentina. A narrar ese instante esencial le dedicó uno de sus mejores cuentos: “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz”».

Aquel artículo –que se puede leer completo aquí– describe, además, el contexto histórico de su aparición y el recorrido de la obra hasta convertirse en un clásico incuestionable. El texto periodístico continúa de la siguiente manera:

Un clásico es un libro que todo el mundo conoce incluso si no lo ha leído. Una característica típica de los grandes clásicos es que son libros que apasionan a las masas de lectores y también son bendecidos por la crítica más sofisticada.

Cuando apareció Martín Fierro la elite intelectual de la época no lo valoró positivamente. Incluso, casi ni se habló de él. Pero fue un best-seller masivo en un país que tenía más del 80% de la población analfabeta. Todos querían leerlo. Hay documentación histórica sobre la recepción popular del Martín Fierro. Por ejemplo, se conservan notas de las pulperías del interior, dirigidas a los grandes almacenes porteños pidiendo «30 bolsas de yerba mate y 5 ejemplares del Martín Fierro».

En las bodegas mendocinas; en los ingenios tucumanos; en los montes misioneros y en las estancias bonaerenses, al caer la noche, el que sabía leer tomaba un ejemplar de Martín Fierro y compartía unas estrofas a la peonada.

El Martín Fierro se fue haciendo carne en sus lectores analfabetos porque contaba lo que ellos vivían y lo hacía en su propia lengua: la poesía castellana del siglo XVI español, que es el idioma que se conservó en los campos porteños. El Martín Fierro es la obra cumbre de la gauchesca, la culminación. Con este libro termina un género que había nacido en 1811 en los campos de la Banda Oriental (cuando Uruguay aún era parte de las Provincias Unidas) con Bartolmé Hidalgo y sus cielitos tupamaros.

En sus 70 años de existencia, la gauchesca fue siempre poesía de guerra. Primero, fue la que cantó la guerra de la Independencia contra el español. A partir de 1820 mutó en la poesía de la guerra civil argentina: y el gran poeta de esta etapa es Hilario Ascasubi. Ya derrocado Rosas, la gauchesca se transforma en poesía de la guerra cultural: los bárbaros del interior contra la cultura europea de los porteños. El gran libro del período será el Fausto criollo, de Estanislao del Campo.

Hacia el fin de las guerras civiles, entre 1870 y 1880, aparece la gauchesca de denuncia social. Y el Martín Fierro será la obra cumbre de esta corriente. Alcanzada la perfección el género desaparece.

La primera reivindicación culta del Martín Fierro la harán los anarquistas en 1904: en el periódico La Protesta agregan un suplemento cultural (en el que escribirán Lugones, el padre de Borges, Macedonio Fernández, entre otros) y a ese periódico lo titulan Martín Fierro. La próxima gran reivindicación del Martín Fierro la hará Leopoldo Lugones en un ciclo de charlas que dará en 1913 en el desaparecido teatro Odeón (y que en 1916 reunirá en su libro El payador). Ahí sacraliza al libro: lo convierte en la Biblia Gaucha.

Desde entonces -lo confirma Ricardo Rojas en sus notas para la Historia de la literatura argentina- el Marín Fierro se convierte en el clásico nacional: ese libro que es todo para todos.

 

Fuente y foto: El Diario de Río Negro