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En una reciente entrevista con el diario Clarín, la escritora cordobesa María Teresa Andruetto se refirió al lugar de la literatura en la escuela y, al mismo tiempo, al a importancia de construir lectores y escritores en el aula.

La autora mediterránea, que el año pasado ganó el premio Hans Christian Andersen (el Nobel de la literatura infanto-juvenil), remarcó que la escuela «es una gran oportunidad, la gran oportunidad social» para el acceso al libro y a la cultura escrita.

Más adelante, Andruetto señaló que un maestro constructor de lectores debe ser un apasionado lector, de manera que pueda elegir libros que sean interesantes, diversos, y que pueda ir llevando distintos materiales que quiera compartir con el grupo. « También tiene que ser alguien muy convencido de lo que está haciendo, para sostener ese espacio de lectura frecuente en la escuela», añadió.

A continuación, frases destacadas de la entrevista con Andruetto:

“Uno se puede formar como lector en la casa y llegar a la escuela con un capital lector. Pero la escuela es un lugar igualador, un lugar de acceso al libro y a la cultura escrita, un lugar de intercambio con otras personas. La escuela es una gran oportunidad, es la gran oportunidad social. Sobre todo, la escuela pública”.

“Un maestro constructor de lectores, para empezar, tiene que ser un apasionado lector, de manera que pueda elegir libros que sean interesantes, diversos, y que pueda ir llevando distintos materiales que quiera compartir con el grupo. También tiene que ser alguien muy convencido de lo que está haciendo, para sostener ese espacio de lectura frecuente en la escuela, en el grupo o en la biblioteca”.

“Esa lectura se va enriqueciendo: si uno ha leído 50 libros, el libro número 51 lo lee de otra manera que cuando ha leído dos. Eso va a dar resultados a lo largo del tiempo. (…) Un chico acostumbrado al tránsito por los libros es un chico que se siente más seguro de sí, de la palabra que usa y de la relación con los otros”.

“En la buena literatura los valores, las ideas, las ideologías no se notan, no se explicitan. Entran en la trama de un modo natural, le pertenecen absolutamente al relato, de modo que no se pueden aislar a la manera: “Este libro enseña tal cosa o tal otra”. Yo creo que la literatura nos puede enseñar muchas cosas sin que seamos conscientes de eso, porque lo que nos enseña, en todo caso, no es lo mismo para cada lector y no es una sola cosa. Si algo nos enseña fuertemente, es a hacernos preguntas”.

“Leer es también un acto de arrojo, es como abrirse al mundo y sentirse en libertad de desechar materiales. Es un ir buscando las palabras de otro para encontrarse a uno mismo. Porque lo que uno hace cuando lee no es entender al que escribió, sino entenderse un poquito más a uno mismo y al mundo en que uno vive. Respondiendo  aquella pregunta que nos hacíamos cuando yo estudiaba, en los setenta, de “¿Para qué sirve la literatura?”: bueno, para conocernos a nosotros mismos. Para conocer nuestra condición humana un poquito más”.

 

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Foto: Prensa FILIC