Aunque esta efeméride alude a los “veteranos”, las mujeres también fueron protagonistas de la Guerra de Malvinas: como instrumentistas quirúrgicas y enfermeras; como personal a bordo de aviones que trasladaban heridos de las islas al continente; como oficiales o personal de buques mercantes con tareas logísticas; o como parte de operaciones de inteligencia.

Sólo recientemente comenzaron a visibilizarse estas historias.

En 2012, una Resolución del Ministerio de Defensa reconoció las actuaciones de varias de estas mujeres y las filió históricamente con Manuela Pedraza y Juana Azurduy. Treinta años después del conflicto bélico, un documento oficial miraba la guerra con otras lentes que las asociadas con estereotipos masculinos.

Las historias de las mujeres que protagonizaron la guerra de Malvinas forman parte de una larga trama histórica. Sus huellas pueden leerse, por ejemplo, en el Diario de 1829 en Malvinas de María Sáez de Vernet, a partir del cual es posible reconstruir la vida cotidiana antes de la usurpación británica. En sus precisas descripciones sobre sobre el clima y las relaciones entre pobladores puede reconocerse cuál era el proyecto político que las Provincias Unidas para las islas Malvinas.

En el siglo XX, María Cristina Verrier asumió un rol protagónico dentro del plan llevado adelante por los «Cóndores», un grupo de civiles con militancia sindical que aterrizaron en Malvinas el 28 de septiembre de 1966 para izar la bandera nacional. La acción de Verrier condensaba múltiples rebeldías: el reclamo soberano ante una potencia imperial, el desafío a los estereotipos ligados a lo que se esperaba de las mujeres según su clase social, la participación de las mujeres en un acto político que exigía una audacia generalmente reservada sólo a los varones.

Ellas, civiles y militares, fueron enfermeras, instrumentadoras, diplomáticas, técnicas. Muchas dedicadas a cumplir funciones de asistencia médica, no solo curaron a los heridos sino que también les brindaron contención afectiva y emocional. Sin embargo, su rol activo en Malvinas había sido borrado de la memoria colectiva.

En 1974, María Fernanda y Teresa Cañas fueron las maestras que enseñan español a los niños isleños, en el marco del diálogo bilateral entre Argentina y el Reino Unido tras la Resolución 2065 de Naciones Unidas y el Memorándum de entendimiento (1968). Así, junto con la construcción de la pista del aeropuerto de Puerto Argentino, la llegada de Gas del Estado y de los vuelos de LADE, las maestras se convirtieron en representantes eminentes de un estado que reclamaba la soberanía de manera pacífica.

Como cronistas, militantes políticas, maestras, instrumentistas quirúrgicas, personal de salud o tripulantes de navíos, las mujeres hicieron historia en Malvinas. Por ende, podemos decir que el enunciado “Las Malvinas son argentinas” es una construcción colectiva, en el que las mujeres argentinas tuvieron un rol destacado.

VESTIR LA HISTORIA, VISIBILIZAR LA EXPERIENCIA. En esta entrevista, la antropóloga María Pozzio, investigadora del Instituto de Ciencias de la Salud de la Universidad Nacional Arturo Jauretche, da cuenta de la participación de las mujeres en la guerra de Malvinas, su experiencia y desempeño en un entorno históricamente habitado y narrado desde la masculinidad. Su lucha por la visibilización y reconocimiento en tanto Veteranas de Malvinas, puede ser mejor comprendido en el marco de un proceso más amplio en torno a la resignificación de la experiencia de las mujeres en la historia argentina reciente.

 

Fuentes: educ.ar y argentina.gob.ar y Télam