Luego de la conmemoración del Día Nacional por la Memoria, la Verdad y la Justicia, queremos compartir un texto para reflexionar no sólo sobre el tormentoso pasado, sino también sobre las huellas que dejaron aquellos años de terror y que aún permanecen presentes.
«El barro de los muertos: el cielo de los desaparecidos» es un trabajo de Gabriel Rosenbaun –coordinador de la web del Instituto Educacional José Hernández- y fue realizado como presentación final del taller de crónica periodística de la periodista y escritora Josefina Licitra.
A través de la noticia del hallazgo y del posterior proceso de restitución de los restos óseos de dos detenidos-desaparecidos, esta crónica se introduce en una serie de complejidades, matices y profundidades que son inherentes no sólo a esas familias, sino a toda una sociedad: en definitiva, con esos hilos está tejida nuestra historia como país.
Leer esas líneas obliga a un esfuerzo: repensar nuestro pasado y nuestro presente, sin los vicios de las simplificaciones ni la pereza intelectual de las frases hechas y vacías de sentido.
Avance
Por un tajo fortuito hecho por una pala en un terraplén en la provincia de Buenos Aires, Diana Triay y Sebastián Llorens –militantes del ERP «chupados» en 1975– salieron del subsuelo de la desaparición y ascendieron a la tierra húmeda de los muertos. Para quienes conocieron a sus padres por fotos – como Carolina Llorens, hija del matrimonio–, abrazarse a esos huesos representa un triunfo: es reencontrarse con la historia de esos cuerpos que nunca pudieron tocar o acariciar de manera consciente.