Computadoras, celulares y otras pantallas son parte de nuestra ecología de medios cotidiana dentro y fuera del aula. Las nuevas tecnologías nos llevan a abrir múltiples ventanas en simultáneo. Mientras que algunos piensan que hacer mucho a la vez cuando estamos conectados nos vuelven más ágiles, otros creen que perdemos capacidad de concentración y que nos vuelve más superficiales.
En la revista educativa El Monitor, los especialistas Fabio Tarasow (FLACSO) y Vera Rexach (OEI) debatieron sobre el tema y dejaron conceptos para leer y reflexionar.
«Sí, hiper conectados aprendemos más», de Vera Rexach
“Estimulados, entrenados, los cerebros de los hiperconectados conmutan cada vez con mayor eficacia. Ganan tiempo, se enteran de más datos, acceden a más informaciones. Ah, claro, también se vuelven impacientes, el silencio les incomoda y se identifican con Homero Simpson diciendo ‘me aburro’ en el funeral de Frank Grimes. En ese terreno nos toca a los pedagogos investigar y buscar nuevas respuestas”.
«Lo que es innegable –sería hasta tonto hacerlo- es que la atención que le “prestamos” a las pantallas está redundando en una red cada día más compleja, más fascinante, más colmada de las ideas y la cultura humana. No sólo aprendemos, también compartimos y por lo tanto, enseñamos más».
“Tiene poco sentido discutir si la multitarea es una suma rápida de tareas unitarias o un nuevo estilo cognoscente con sus pro y sus contras. A mí me basta con verla florecer por todos lados para entender que, como docente, debo hacer algo con esto.”.
«Las redes digitales, y en especial la posibilidad de una conectividad que cada vez más hace parte de nuestras vidas, también florecen y germinan, también se abren, llenas de misterios, y tentaciones y vericuetos, como una ruta por la cual transitar. Entonces digo: sí, los conectados aprendemos más. Pero: no sólo los chicos, sino todos los humanos, la sociedad conectada se hace más sabia, de maneras aun extrañas y distribuidas, la sociedad conectada aprende más. Yo elijo caminar -con otros- por esa ruta».
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«Las antenitas de mi abuela. Las nuevas generaciones no piensan diferente», de Fabio Tarasow
“Podemos preguntarnos si en verdad existe un “nosotros” desprovisto de tecnología. Desde los anteojos o un bastón, nos apoyamos constantemente en dispositivos exteriores para poder cumplir diferentes tareas. ¿Dónde se termina mi yo? La tecnología está tan profundamente enraizada en nuestra humanidad, que ser humano es también ser tecnológico por definición”.
«¿Qué entendemos cuando decimos que las nuevas generaciones ‘piensan diferente’? ¿Significa que estamos desarrollando nuevos órganos? ¿La próxima generación de humanos tendrá antenitas o sensores especiales en los dedos? Si lo pensamos en términos evolutivos, claramente la respuesta es no. El pensar diferente tiene que ver menos con las estructuras cerebrales que con la posibilidad de complementarlas y amplificarlas con herramientas externas. (…) Podemos incorporar nuevos dispositivos con otras posibilidades en nuestros procesos de pensar que complementan lo que nuestro cuerpo es capaz de hacer por sí mismo».
“Muchas cosas a la vez, sí, pero tareas que no significan un esfuerzo y un desafío cognitivo. En este punto, las investigaciones demuestran que para realizar tareas complejas, nuestro cerebro se enfoca de a una cosa por vez. Por más accesorios y dispositivos periféricos que incorporemos, los procesos básicos del pensamiento -razonar, deducir, contrastar, comparar, sacar conclusiones- se producen en nuestra cabeza… y en este caso su estructura y fisiología marcan el potencial y el límite”.
«Si los alumnos hacen muchas cosas al mismo tiempo es que ninguna de ellas requiere de toda su concentración, o que ninguna ha acaparado su interés. Por otro lado, es cierto también que la constelación de dispositivos que nos rodea nos están seduciendo constantemente y nuestro quehacer profesional y académico y el de nuestros alumnos se parece cada vez más Ulises tratando de evitar el canto de las sirenas que lo invitaban a desviarse de su ruta».
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