El levantamiento denominado «Cordobazo» representó, de alguna manera, la etapa superior de una serie de sublevaciones que se venían dando en todo el país (previamente, en Corrientes y Rosario) y que en Córdoba tuvo un fuerte contenido de unidad entre los trabajadores y el movimiento estudiantil.
La ciudad de Córdoba era la capital industrial del país, con la instalación de las fábricas de automotores como Fiat y Renault, lo que había generado el crecimiento de una fuerte clase obrera combativa, cuyos máximos referentes fueron, entre otros, Agustín Tosco, René Salamanca y Atilio López.
La dictadura de Juan Carlos Onganía congeló los convenios colectivos de trabajo y los salarios, lo que generó la respuesta sindical. Al descontento general se sumó la decisión del gobierno de suprimir el “sábado inglés”, es decir, la media jornada laboral. En consecuencia, el SMATA (sindicato de los obreros de la industria automotriz) y el sindicato de Luz y Fuerza convocaron a un paro activo con movilización para el 29 de mayo.
Esa mañana, los trabajadores se movilizaron hacia el centro y rápidamente recibieron el apoyo de los estudiantes universitarios y parte de la población, que levantó barricadas para enfrentarse a la policía. La ciudad fue controlada por los manifestantes, que lograron su ocupación durante unas 20 horas.
La represión consiguiente fue brutal y dejó como resultado unos veinte manifestantes muertos y cientos de detenidos, entre ellos Agustín Tosco, Atilio López y Elpidio González.
Otro rasgo esencial del Cordobazo fue que no actuaron las organizaciones político-militares que luego iniciarían su actividad en todo el país, como Montoneros, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) o las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).
Posteriormente, la dictadura intentó aplacar la protesta social, que se incrementó después del Cordobazo, reemplazando a su ministro de Economía, Adalbert Krieguer Vasena, por Dagnino Pastore, pero incrementó la represión y al poco tiempo obreros y estudiantes protagonizaron “el Viborazo» en la provincia. «Vengo a cortar la cabeza de la víbora», había dicho el interventor de la gobernación, enviado por Onganía para restablecer el orden.
La espiral ascendente de la protesta social convenció a un sector de las Fuerzas Armadas -los «liberales» encabezados por Alejandro Agustín Lanusse- que la etapa de la «Revolución Argentina» había llegado a su fin.
El 30 de junio de 1969, el gobierno de Onganía decretó el estado de sitio en todo el país, pero el 8 de junio de 1970 debió renunciar ante la presión de sus camaradas de armas que buscaban una salida al régimen. Onganía fue reemplazado por Roberto Marcelo Levingston, quien a su vez fue desplazado por Lanusse.