En los últimos días, el portal educ.ar y los diarios La Voz del Interior y Clarín realizaron informes sobre la utilización de los celulares en el aula. ¿Es un error? ¿Un acierto? ¿Una oportunidad? Les presentamos el enfoque de educ.ar.

En la vida cotidiana, la utilización intensa de los teléfonos celulares y de otros dispositivos móviles es un hecho. Pero, ¿qué pasa cuando esta práctica se traslada a nuestras aulas? ¿Es un error? ¿Un acierto? ¿Una oportunidad? El portal educ.ar publicó una nota denominada «Mobile learning: el aula en el bolsillo», en la cual se plantea una reflexión y se describen ejemplos de cómo aplicar esas posibilidades en las prácticas educativas.

«Cosas tan cotidianas como el teléfono celular pueden funcionar como herramientas didácticas y ayudarnos a abrir un mundo de nuevas posibilidades», señala el artículo.

El aprendizaje móvil (mobile learning), que no sólo está protagonizado por los teléfonos celulares, propone una dinámica diferente a la de otros modelos. Nos permite llevar de un lado a otro —incluso en nuestro bolsillo— un curso completo. Y, sobre todo, nos invita a compartir de manera casi instantánea todo lo que sucede alrededor con nuestras redes. Así se derriban los muros de las aulas y se expande la acción hacia nuevos horizontes.

En tal sentido, y de acuerdo a lo planteado en educ.ar, debe repensarse la idea de trabajar para consolidar el celular como una herramienta didáctica en la tarea educativa, tanto dentro como fuera del aula.

«Transformar el celular en un recurso educativo depende de la creatividad y de las ganas que tengamos de probar cosas nuevas», apunta la nota.

«Sin lugar a dudas, es bueno estar conectados y mantener una identidad virtual desde donde podamos abrir debates con nuestros alumnos y con nuestros colegas, donde podamos generar nuevas propuestas, compartir material, ampliar conocimiento e interaccionar con un mundo que atraviesa y amplía nuestras aulas. Y también es parte de nuestra tarea como docentes transmitir a los alumnos una visión crítica sobre las herramientas que utilizamos», señala el artículo de Lucas Delgado y Soledad Venesio.

La conclusión, lejos de plantear un contexto lleno de posiciones disímiles, suena por demás esperanzadora: «El uso de estos dispositivos móviles en el aula no supone abandonar la enseñanza, sino en todo caso potenciar las actividades de manera dinámica, motivando a los alumnos a una nueva forma de construcción de conocimiento, reutilizando tecnologías que ellos ya conocen, pero que utilizan de manera diferente».

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