Se trata de un cuento del grupo integrado por Aldana Robledo, Amílcar Orellano y Santiago Scalerandi. Fue realizado en los talleres de escritura de Lengua, bajo la supervisión de la profesora Evangelina Giró.
En el marco de los talleres de escritura de Lengua en 2° año de la profesora Evangelina Giró, alumnos de 2° “C” decidieron compartir una de sus producciones. Se trata del cuento «Manera de morir N° 932», de Aldana Robledo, Amílcar Orellano y Santiago Scalerandi.
El proyecto incentiva a los estudiantes a publicar sus obras, que serán compartidas en esta web. Además, existe la intención de recopilar diversas producciones para una revista virtual.
«Manera de morir N° 932»
Un día como todos, Antonio Miyagui se dirigía al mercado de frutas exóticas, ya que le gustaban los sabores raros. Al llegar, vio muchos frutos atractivos: mangos, maracuyás, granadas y otras frutos de los que no conocía el nombre.
Preguntó los precios y algunos nombres de frutas, y por fin compró los ingredientes de su postre. Entre ellos estaban: guaraná, maracuyá, fruta oriental cuyo nombre no podía pronunciar.
Al llegar a su casa, inmediatamente se puso a cocinar. Hizo dulce de guaraná, compota de maracuyá y dejó ese fruto para comerlo al natural. Luego de realizar estas tareas limpió la casa, lavó los platos y, cuando terminó, decidió acostarse para estar por la noche pila-pila.
Cuando se dispuso a acostarse, pasó en frente de la cocina, donde se encontraba la fruta, y se tentó con un bocado, luego de probar la fruta y degustar un mordisco de sabor dulce, jugoso y áspero. Nunca había probado algo similar en su vida. Luego anotó en un papel comprar más de aquella delicia.
Al terminar, se dirigía a la habitación, directo a la cama. Durmió unas dos horas aproximadamente hasta que un terrible dolor de cabeza lo despertó. Lo primero que notó era que le costaba horrores levantarse. Después del esfuerzo para llegar al baño, notó algo raro en su cabeza. Sentía como si se le estuviera hinchando.
Entonces fue al médico y no le recetaron nada. Cuando quiso salir por la puerta, no pudo. La cabeza le creció tanto que se rompió el techo. Luego comenzó a volar como un globo aerostático por el cielo, se fue elevando cada vez más hasta que chocó con una avioneta y falleció.